Homocoquus: cocinar nos hizo humanos
Nos bautizamos a nosotros mismos como Homo sapiens, “el hombre sabio”por nuestras habilidades e «inteligencia, Pero quizá el verdadero motor de nuestra penúltima iteración nació en una hoguera. Antes que sabios, fuimos cocineros. Y ahí nace Homocoquus: el humano definido por su relación con el fuego y la comida.
No es un alias de fantasía, ni un guiño para quedar bien en un encabezado. Es un recordatorio de que la humanidad moderna empezó con el olor del humo, el crepitar de la leña y el primer alimento que supo distinto al pasar por las llamas.
El fuego que cambió nuestra biología
El antropólogo Richard Wrangham lo plantea con claridad en Catching Fire: How Cooking Made Us Human: cocinar fue el verdadero salto evolutivo. El momento en que dejamos de sobrevivir para empezar a vivir de otra manera.
Cocinar permitió:
- Extraer más energía de los alimentos al hacerlos más digeribles.
- Liberar recursos para un cerebro más grande gracias a un aparato digestivo más eficiente (Aiello & Wheeler, 1995).
- Ahorrar tiempo: menos horas masticando raíces duras, más tiempo para cooperar, planificar y crear.
- Fortalecer los lazos sociales, porque cuidar el fuego y compartir la comida exige confianza y organización.
Wrangham habla de Homocoquus como una forma de recordar que fue la cocina, y no la mera caza o el lenguaje, la que nos permitió darle forma y el fondo a lo que somos.
Más que un acto nutritivo
No se trata solo de comer caliente. Se trata de la transformación profunda que implica cocinar: modificar lo que la naturaleza nos da para hacerlo mejor, más seguro, más nutritivo.
Estudios como el de Carmody et al. (2011) demuestran que los alimentos cocinados proporcionan más energía que sus equivalentes crudos, incluso sin cambiar su composición nutricional. Cocinar es, en esencia, aumentar el valor de lo que tenemos a mano.
Por qué Homocoquus
Firmar como Homocoquus es una forma de tomar partido. De decir que este no es un espacio para modas fugaces ni para una obsesión estética con el plato. Es una invitación a mirar la cocina como la raíz de nuestra historia, no como un escaparate.
Es aceptar que cocinar no es una afición reciente, sino el hilo que une a quienes, hace miles de años, se sentaban alrededor del fuego, contaban historias y pasaban el trozo de antílope —o lo que hubiera— de mano en mano.
¿Sabio o cocinero?
Quizá el verdadero acierto sea no elegir. Ser sapiens para entender y coquus para vivir. Recordar que la olla y el fuego no son solo herramientas, sino uno de los primeros símbolos de nuestra humanidad compartida.
Mientras haya algo cociéndose, seguimos siendo, de alguna manera, aquellos que siempre fuimos.
Referencias
- Wrangham, R. (2009). Catching Fire: How Cooking Made Us Human. Basic Books.
- Aiello, L.C. & Wheeler, P. (1995). “The Expensive Tissue Hypothesis.” Current Anthropology, 36(2), 199–221.
- Carmody, R.N., Weintraub, G.S., & Wrangham, R.W. (2011). “Energetic Consequences of Thermal and Nonthermal Food Processing.” PNAS, 108(48), 19199–20003.
- Rosati, A. (2018). “Food for Thought: Was Cooking a Pivotal Step in Human Evolution?” Scientific American. 
